domingo, 3 de febrero de 2013

En Japón es normal



Quienes vivan en México y tengan cierta edad como yo, recordarán el caso que causó revuelo hace algunos años, al que la prensa bautizaría como “El Clan Trevi-Andrade”. La joven Karla de la Cuesta hizo una denuncia penal en contra del productor musical Sergio Andrade y la entonces (ya) famosísima Gloria Trevi. ¿El delito? Trata de personas.
¿Cómo operaba este clan según se supo después? Muy fácil: Sergio Andrade embaucaba a las jovencitas prometiéndoles hacerlas famosas como Gloria Trevi, y ésta, a su vez, se encargaba de que permanecieran en el grupo como sus coristas o ayudantes de cualquier cosa.
La prensa amarillista pronto fue sacando a la luz las intimidades que se perpetraban al interior del clan, como orgías, abortos y violencia tanto física como psicológica. Al final resultó que estas mujeres (todas ellas muy jóvenes y de buen cuerpo) eran amantes del productor, y no sólo eso, varias (incluida Gloria Trevi) habían quedado embarazadas del mismo… ¡y no sólo eso! Varias confesaban haberse enamorado perdidamente de Andrade y justificaban no haberse quejado antes debido al profundo amor que sintieron por él. Síndrome de Estocolmo. Todas ellas padecieron eso mismo, enamoradas de su captor y justificando los malos tratos en beneficio de ellas mismas.
Niveles de manipulación tan perversos se habían visto poco en el medio del espectáculo. Se dijo que la cantante Lucero había sido el primer amor platónico del que Andrade se enamoró siendo ella una niña, y al no haber sido correspondido enloqueció, buscando luego chicas de rasgos finos y cabello largo para saciar su obsesión por Lucero. Una mente enferma que aún purga su condena en la cárcel.
El trato hacia Gloria Trevi fue por un lado de criminal y cómplice; y por otro lado, de víctima y sobreviviente, siendo esta última versión bajo el amparo de las alas de Televisa, la que la volvió a convertir en estrella y su pasado fue lavado sin mayores complicaciones.

En todos lados se cuecen habas
Hoy me entero del escándalo que circula en la red alrededor del grupo de chicas japonesas conocido como AKB48 y que mucho se está pareciendo a la telenovela mexicana que acabo de narrarles. Procedo a explicarlo:
J-Pop significa llanamente “Pop japonés” y su equivalente coreano, el K-Pop alcanzó fama mundial el pasado año con el lanzamiento de “Gangnam Style”, tema coreado hasta el cansancio.
Sin embargo hay mucho que escribir sobre estos fenómenos que han llegado a nuestro país en muy poco tiempo. Para empezar la cultura japonesa ha tenido su arraigo en nuestros jóvenes desde hace muchas décadas con el Anime, que llegó para quedarse; y Corea entró primero por su mercadotecnia, luego por sus telenovelas (melodramas de buena manufactura llamados dramas) y más tarde por su música, concretamente a través de Boybands estilo NSYNC o Backstreet Boys y de Girlbands tipo Spice Girls o Pussy Cat Dolls. Una de estas bandas de J-Pop es la conocida como AKB48, y tiene el Record Guiness de ser la agrupación musical con mayor número de integrantes (que inicialmente eran 48). Pero bien, ¿qué es lo perverso?
Si bien es conocido –sobre todo entre fans- el manejo que se les da a estos artistas desde sus agencias, y aunque es bien sabido también que los países orientales se rigen por un orden y una disciplina muy severos para hacer su trabajo; es importante resaltar la misoginia del que son objeto la mayoría de las figuras musicales femeninas, concretamente del citado grupo:
1.       No deben tener novio. Las chicas son propiedad del público –generalmente masculino- que las sigue, por lo que cualquier rumor sobre posibles parejas será castigado. De hecho, fueron los mismos fans quienes exigieron  una sanción (como en tiempos de la Santa Inquisición) sólo por una “foto escandalosa” . Ahí radicó el escándalo del que les hablo, pues una miembro del grupo de nombre Minegishi Minami fue obligada (aunque ella afirma que lo hizo por voluntad propia) a raparse el cabello y subir una disculpa en video por haber sido sorprendida saliendo de la casa de un conocido cantante. El simple hecho es de entrada, aberrante. Con lágrimas en los ojos la cantante dice “No espero poder ser perdonada por hacer esto (…) Todo es mi culpa, lo siento.” En noviembre pasado otra integrante del grupo renunció antes de que se publicara que ella también había pasado la noche en casa de un hombre. Gracias al video, Minami no fue despedida del grupo, pero sí degradada a bailarina de entrenamiento, el nivel más bajo, el de principiante. Simplemente humillante…pero en Japón y Corea, la industria de los llamados idols pone reglas que violan los derechos humanos universales como si fuera lo más normal del mundo. Los idols deben ser ejemplos a seguir para sus seguidores, y eso en verdad se lo toman en serio.
2.       No hay punto número dos: ellas son objetos de propiedad sin voluntad propia. Su imagen sexual es comercializada. Es suficiente lo anterior para inferir todo lo que hay detrás de esta empresa que maneja a las jovencitas de AKB48 (nombre que hace referencia a su pueblo de origen).
a.       El negocio. Las jovencitas de AKB48 no hacen giras. Actúan todos los días cuando es posible–sí, leyó usted bien- TODOS LOS DÍAS en su propio teatro en el poblado de Akihabara. ¿Cómo ir a un concierto de ellas? No lo intente, es más fácil solicitar un beso al Dalai Lama (instrucciones completas dando click aquí). Bueno, en primer lugar tiene usted prioridad si es extranjero fuera de Asia, en segundo lugar si es extranjero fuera de Japón, en tercer lugar si es japonés fuera de Tokio, y ya los últimos en prioridad son los de esa ciudad. Solicitas el boleto, te dicen que “has sido elegido para comprarlo” y luego de engorrosos trámites disfrutas del concierto. Cabe mencionar que el público asistente es mayoritariamente masculino como puede escucharse en los fan-chants (coros del público) en cualquiera de sus videos. En dichos conciertos no puedes ponerte de pie ni gritar fuera de los coros establecidos, sólo mirarlas. Con el fenómeno de la piratería y lo difícil de la industria discográfica, han vendido más de 20 millones de copias alrededor del mundo. Ganan tanto dinero que en 2012 donaron 1.25 billones de yenes en ayuda para el terremoto y el tsunami.
b.      Su imagen de colegialas. En México ya habría reclamos por incitación a la pederastia, en Japón es normal. La protagonista del “escándalo sexual” que se rapó la cabeza y pidió disculpas, lleva 8 años en el grupo y actualmente tiene 20, por lo que sus inicios fueron siendo una menor de edad.
Constantemente hacen referencia a niñas que se enamoran de un hombre mayor y encarnan a la Lolita que se ofrece sexualmente sin inhibiciones. “No te fijes en mi uniforme”“A las chicas cada vez que se enamoran se les levanta la falda”, “Enséñame como si fuera una materia” etcétera.
c.       La imagen en sus videos y coreografías. Siempre mostrando el cuerpo, coreografías cargadas de erotismo inocente. Si bien está de moda que los pasos de baile de las cantantes de J-Pop y K-Pop resalten las curvas de la mujer y su faceta de inocencia perversa, hay que ver que en el porno japonés –incluido el Hentai- es muy frecuente la simulación de una violación, es decir, la figura frágil y doliente de la mujer, los gemidos exagerados que sugieren la supremacía del hombre, su dominación sobre el cuerpo femenino y la objetivación del mismo. Aquí mi teoría es que como los orientales son la raza con el miembro viril de menor tamaño, quizá exista el complejo que les lleva a un machismo culturalmente aceptado. Es decir, en Japón es normal el sexo forzado hacia una mujer.
Para nadie es ajeno el machismo presente en las culturas orientales, particularmente la japonesa. Una vez me ofrecieron trabajar para Yakult pero me advirtieron que para las damas no hay oportunidad de crecimiento: los varones pueden comenzar vendiendo el producto casa por casa, y terminar viajando a Japón con todos los gastos pagados o incluso convertirse en socios con algunas acciones de la empresa. Las mujeres no pasan de obreras, vendedoras, empleadas de limpieza o por mucho, secretarias.
Ya me había llamado la atención hablar sobre el fenómeno coreano en la juventud de este país, y sobre eso hablaré en otra entrada, pues nuestras culturas son muy parecidas y no necesariamente en las buenas cosas, pero la imagen de esta cantante en pleno siglo XXI bañada en llanto, mutilando una parte importante de su femineidad como es el cabello, me hace recordar a las viudas de la India que guardan así el luto –y la tentación de los hombres hacia ellas; al ocultamiento detrás de la burka en los países árabes –protegiéndolas también de la tentación masculina, o a las rapadas de la Castañeda, muchas de ellas encerradas en el manicomio por su pensamiento demasiado liberal para la época;  o a las prostitutas castigadas en tiempos de Jesucristo, pero no a una artista del año 2013.
En México las chicas del clan “Trevi-Andrade” tuvieron la suerte de que una valiente hiciera denuncia, otra más lista escribiera un libro, y así se fueron animando casi todas a destapar la cloaca. ¿Sucederá lo mismo con las chicas de AKB48, propiedad del empresario Yasushi Akimoto  o seguirán pidiendo perdón por ser niñas mal portadas, rogando no ser corridas del grupo, ya que en Japón ser sumisa es parte de su cultura y se considera normal? ¿Qué se esconderá detrás de esa sumisión y lealtad de las muchachas con su empresa y su descubridor? Si son propiedad de los mismos, ¿habrá en el contrato una exclusividad con ellos también de índole sexual? Ante tales cláusulas prescritas por agencias colmilludas y firmadas por jóvenes muy pequeñas o sus padres ambiciosos, ¿no existe abuso de poder que denunciar? ¿Qué clase de maltrato psicológico hay que ejercer sobre la voluntad de una persona para adueñarse de sus acciones más allá de los beneficios económicos que ya les reportan sus habilidades artísticas? Queda mucho que pensar, sobre todo, para mal, yo creo.
Ustedes, ¿qué opinan?

2 comentarios:

  1. Da gusto leerte, con tanta inteligencia y fuerza, ojalá las mujeres de todo el mundo despierten y luchen en contra de tanto machismo y represion que vivimos.

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    1. Apenas veo tu comentario, muchísimas gracias por la lectura y por pasar a opinar.

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